La Voz Edición Digital

“Hoy siento que somos pobres”

“Nosotros hemos sido una clase media, no acomodada, pero clase media al fin, y hoy siento que somos pobres”, dice Adriana.

Tiene 60 años. Le acaba de decir la abogada que no se puede jubilar porque le faltan dos años de aportes y no los puede sacar por moratoria. Trabajó muchos años en jardines de infantes, pero ahora no tiene trabajo: tiene que cuidar a Belén, que tiene síndrome de Down y no la puede dejar sola. Vive con su esposo Eduardo y tiene otros dos hijos, ya casados.

“Antes iba al Wal Mart, compraba mis cositas, pero estamos con las tarjetas hasta el tope y eso que la he utilizado sólo para comprar la comida en el súper y para comprar en cuotas”, dice.

Dejaron de ir a la panadería: compra dos kilos de harina, levadura y con eso tienen el pan para toda la semana. “Olvídate del criollo o la factura y para la verdura, me voy cada 15 días hasta la Fragueiro, en Alta Córdoba, que es súper económica”, cuenta.

Su marido tiene 63 y esta semana volvió a su trabajo en un correo privado. Acaba de recibir la segunda dosis de la vacuna. Se esperanza con recuperar algo de ingresos. “Todo el tiempo que estuvo en casa cobraba como un 30 por ciento menos, ya que hay cosas que no le pagaban”, dice Adriana.

“Me gané una cena de un premio y te juro que no tenía zapatos y me dije ‘no voy a salir de zapatillas’”, cuenta. Un buen par de zapatos que no le hicieran doler, le costaban siete mil pesos. La solución: llevó los viejos al zapatero para que le cambiara la base y por 1.600 pesos los recicló. “¿Cómo compro un calzado, que cuesta siete mil pesos o unas zapatillas que salen nueve mil?”, se pregunta.

Hace cuentas: de un salario de 50 mil pesos, casi 20 mil se le van en impuestos, servicios y el seguro del auto. “Si tengo 30 mil para vivir, no puedo gastar nueve mil en zapatillas”, dice. En la misma lógica entra el celular: se le rompió el vidrio hace un año y el arreglo en aquel entonces le costaba cinco mil. Todavía espera.

El viernes hizo 14 docenas de empanadas. “Los sábados las lleva mi hijo al trabajo, ahí los compañeros le encargan y con eso juntan para el viaje de sexto grado de mi nieto”, cuenta.

“Yo siempre estoy agradeciendo, soy positiva y pienso en esa gente que no tiene nada de nada. No la estamos pasando bien, pero al menos tenemos un techo”, agradece Adriana.

Política

es-ar

2021-05-09T07:00:00.0000000Z

2021-05-09T07:00:00.0000000Z

https://lavoz.pressreader.com/article/281586653473116

La Voz del Interior