La Voz Edición Digital

Ucrania. El peligroso dilema de entrar en la Otan o desoír a Rusia

HISTORIA. Líderes de Estado de la ex-URSS o parte del Pacto de Varsovia que desafiaron a Moscú fueron reprimidos. Qué pasará con Kiev.

Alberto Priego The Conversation

Imre Nagy (1956), Alexander Dubcek (1968), Edward Gierek (1981), Mijail Saakashvili (2003), Victor Yushenko (2004) y ahora Volodimir Zelinski son líderes comunistas que en algún momento de sus mandatos o funciones políticas desafiaron al Kremlin. Con la única excepción del actual presidente de Ucrania, todos ellos sufrieron la represión rusa en forma de invasión, detención o incluso asesinato.

Esta política de tutela que Moscú ha llevado a cabo contra Hungría, Checoslovaquia, Georgia o Ucrania tiene nombre: Doctrina de la Soberanía Limitada, doctrina Breznev o doctrina Primakov.

Se trata de una especie de derecho a veto que se atribuye Moscú para con los estados que el Kremlin considera que están en su esfera de influencia.

Así, según esta interpretación, las decisiones adoptadas por los líderes de estos estados deben estar dentro de un rango tolerable para Moscú y que no dañe sus intereses.

Vocación imperialista

El origen de tan particular potestad lo tenemos que buscar en una concepción imperial a la que Rusia no ha sido capaz de renunciar. Para Moscú, los estados que formaron parte de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o del Pacto de Varsovia pertenecen a su extranjero próximo y por ello no son dueños al ciento por ciento de su futuro.

Si bien durante el período soviético la línea roja que no se podía cruzar era introducir reformas democráticas, ahora es acercarse a Occidente, sobre todo a la Otan y, en menor medida, a la Unión Europea (UE). Sirvan de ejemplo tanto la invasión de tropas rusas en verano de 2008 en Georgia como las revueltas del Maidan en Kiev en 2014.

Punto de partida

Si nos centramos en el caso de Ucrania, nos damos cuenta de que la estrategia de Rusia viene de lejos, de antes incluso de que Putin estuviera en el Kremlin. Después de la caída de la URSS, Kiev y Moscú acordaron que Ucrania transfiriera sus armas nucleares a Rusia a cambio del respeto a su integridad territorial, a su independencia y a un reparto conjunto de la flota del mar Negro.

Estos pactos quedaron plasmados mediante la firma de tres acuerdos internacionales: el memorando de entendimiento firmado en 1994 en el seno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (Osce), el Acuerdo Bilateral RusoUcraniano de 1998 y un segundo Acuerdo Bilateral Ruso-Ucraniano que extendía el estatus de la flota hasta 2042 y que impedía movimiento de tropas rusas sin previo aviso.

Ocupación ilegal

A pesar de este entramado institucional, en 2014 fuerzas rusas ocuparon ilegalmente la península de Crimea y la integraron en el territorio de la Federación Rusa. Además de esta anexión, Moscú promovió la independencia de facto del este de Ucrania, lo que provocó una inestabilidad que aleja al país eslavo de su integración euroatlántica (Otan-UE).

Si la integración de Ucrania y de Georgia en la Otan se hubiera consumado, el mar Negro sería hoy una zona casi al ciento por ciento controlada por la Alianza, lo que hubiera dejado muy limitado el control ruso y, sobre todo, su salida al Mediterráneo.

Desde finales de 2021, Rusia ha venido acumulando tropas (unos 100 mil efectivos), cazas (Su-35) y baterías antiaéreas (s-400) sin un aparente fin. Esta semana, el Kremlin anunció la celebración de unos ejercicios militares denominados “Determinación Aliada-2022” (del 10 al 20 de febrero), que tienen por escenario la extensa frontera entre Bielorrusia y Ucrania.

Temor fundado

El temor de Ucrania y del resto de la comunidad internacional es que estas fuerzas (rusas y bielorrusas) puedan llevar a cabo una operación de falsa bandera contra el territorio ucraniano, es decir, un ataque militar que evite ser reconocido como fuerzas rusas, que acabe con la independencia de Ucrania.

El temor no es infundado, ya que esta táctica fue la usada en 2014 para ocupar militarmente Crimea. Además, la semana pasada Ucrania sufrió un ataque cibernético, algo que ya ocurrió en Estonia en 2006 y que parece tener el sello de Moscú.

Por eso, Occidente parece estar dando pasos para evitar que Rusia pueda anexar toda Ucrania. Si bien Biden se ha mostrado más contundente que Donald Trump y Barack Obama en la defensa de la integridad territorial de Ucrania, el actual mandatario americano no ha llegado a los niveles de compromiso de Boris Johnson, quien no ha dudado en enviar a Ucrania armas y asesores militares para disuadir a Rusia de una invasión.

Putin y su falta de límites

Resulta difícil predecir qué ocurrirá en las próximas semanas en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania, ya que si algo ha demostrado Putin en estos más de 20 años que lleva en el poder es su capacidad para superar todo límite.

En todo caso, si Ucrania es finalmente invadida, los países que hoy componen la Otan serán corresponsables, ya que, en 2008, con todos los deberes hechos, la Alianza Atlántica cerró la puerta a la integración a Ucrania y a Georgia.

Los principales detractores de estas dos candidaturas fueron Alemania y Francia. Resulta curioso que en la actualidad un primer ministro francés y un canciller alemán formen parte de dos importantes empresas de hidrocarburos rusas controladas por el Kremlin.

Internacionales

es-ar

2022-01-22T08:00:00.0000000Z

2022-01-22T08:00:00.0000000Z

https://lavoz.pressreader.com/article/281758452666967

La Voz del Interior