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Una vuelta por la noche restringida de la ciudad de Córdoba

Crónica a partir del toque de queda. Muchos controles y “deliveries”, poco tránsito. Testeos y choripanes, ambos 24 horas.

Juan Pablo Carranza jpcarranza@lavozdelinterior.com.ar.

Son las 2 y media del sábado 11 de junio. En el Polo Sanitario todo está quieto. Se puede oír el claqueo del juego de luces de los semáforos intermitentes y en todos los pisos del hospital San Roque las ventanas tienen la luz prendida.

De la guardia sale una ambulancia que acaba de dejar a un paciente con Covid-19 que necesita internación. Hace unas horas el Gobierno de Córdoba anunció que hay 2.899 cordobeses hospitalizados con coronavirus. Representan el 85,1 por ciento de la capacidad total de atención. “Fue un día muy complicado”, suspiran en la guardia. Hace 14 meses que el personal de salud tiene días complicados.

Son las 8.15 de la noche del viernes y hace apenas unos minutos comenzaron a regir las restricciones a la circulación para los trabajadores no esenciales. En la carpa de la plaza San Martín están esperando el resultado del último hisopado del día. Es una mujer de mediana edad. Es la segunda vez que se hace el test rápido en un mes. Será de nuevo negativo. Con cifras récord de contagios, aún ocho de cada 10 personas testeadas no tiene el virus.

A unos metros, en el mástil principal de la plaza, una veintena de personas en situación de calle espera la cena que reparte un grupo solidario. Otra asociación hace lo mismo unos pasos más adelante. La cantidad de personas que duermen en los recovecos del Centro aumentó desde que comenzó la pandemia. Un informe de La Voz reflejó que son 270 quienes están en esta condición en la ciudad.

Mientras algunos cenan, otros están en el viaje de regreso a sus casas. Con los cambios de circulación y el retiro de las paradas, la 27 de Abril está casi desierta, pero sobre la avenida Colón decenas de cordobeses esperan el colectivo: 10, 15, 20, 25 minutos, media hora en algunos casos. La impresión es que los colectivos tardan cada vez más y son cada vez menos.

Está frío: 13 grados según el Observatorio Córdoba. Roxana espera el 70 con el cuello escondido entre los hombros y las manos apretadas dentro de los bolsillos de su campera. Uno ya pasó y no paró. Trabaja en una farmacia en Sagrada Familia y Colón y debe llegar a San Vicente. “Acá estoy tranquila, hay gente. Pero sí tengo miedo cuando llego al barrio”, dice.

La hora del “delivery”

Sin restricciones, a las 9 y media de la noche las calles y los bares de Nue

va Córdoba y Güemes tendrían que ser un hormiguero de estudiantes. Pero hace frío, está limitada la circulación y existe el take away hasta las 23. La cena para algunos son tres horas de intenso trabajo para otros.

Por Achával Rodríguez bajan motos y bicis con pedidos de comida como flechas a toda velocidad con mochilas rojas, amarillas y anaranjadas. Algunos van de a dos para tomar dos pedidos. Todo para estrujar al máximo las ganancias que permite la aplicación.

En el Buen Pastor, hay una familia que pasea a su perro. Son casi las 11 de la noche, las casas de comidas atienden los últimos pedidos. Trabajan sobre el límite del horario, como una forma de recuperar el tiempo que le comen las restricciones.

Por San Lorenzo pasan tres jóvenes con ropa de viernes a la noche, se nota que van a una de las tantas reuniones que hay en los departamentos que no llegan a ser fiestas clandestinas, pero casi.

Benjamín atiende el último pedido de la rotisería a las 11.08: una docena de empanadas criollas. Está en tiempo de descuento, pero sabe que debe jugar con ese margen para hacer el mango. Corta el teléfono y tira una frase repleta de carencias. “No hay camas, no hay gente, no hay trabajo y no hay plata”, sentencia.

La noche de los testeos

A las 12 y media, la fila en el ex Registro Civil para testearse da vuelta a todo el edificio. Llevan dos horas esperando y aún les queda por lo menos una hora más. La atención lleva buen ritmo, pero la demanda es incesante. Hace una semana que la Municipalidad de Córdoba incorporó este servicio 24 horas que revisa a más de 500 personas por día. Hisopados 24 por 7.

En el interior de ese edificio, donde resuena aún el ruido diurno de los casamientos, ahora todo es silencio. El miedo de estar contagiado se percibe. La noche le imprime aún más angustia a la incertidumbre de no saberse, por el momento, liberado del virus.

–¿Síntomas?

–Un poco de fiebre, dolor de garganta y cabeza.

–¿De dónde viene?

–De Pueyrredón.

Al centro de testeos llegan cordobeses de todos los barrios: Alta Córdoba, Maipú, San Pablo. Hasta de Villa Allende.

Postales

A las 12 de la noche, el movimiento de la ciudad cambia. Ese es el punto de quiebre, cuando ya ninguna casa de comidas permanece abierta y los deliveries ya despacharon los últimos pedidos. Del vértigo de las motos cruzando semáforos en amarillo a todo lo que da por el Centro, Nueva Córdoba y General Paz a un tránsito casi ínfimo, como medido por goteo.

Desde Villa El Libertador hasta Villa Belgrano se puede llevar la cuenta de autos particulares que circulan. La mayoría son taxis o remises. La Costanera está vacía, Maipú y la

Rafael Núñez también. Y en la zona del Mercado Norte se repiten las postales de la noche: autos caros y mujeres que se asoman a la ventanilla.

Controles

En cada uno de los puentes que atraviesan la ciudad –inclusive aquellos en los que está cortada la circulaciónhay un control policial. Las luces azules de los patrulleros y el naranja flúo de los conitos rompen con la pálida iluminación del alumbrado público por la noche. Cada pareja de policías lleva ya varias horas de trabajo y espera el relevo, que llega cada dos horas.

La escena se repite cada cinco o 10 minutos. Pasa un auto, es frenado por los agentes, se le pide el código QR de la aplicación Cuidar con el permiso para circular y listo, se va, sin demoras. Algunos lo llevan en el celular, otros impreso y muy pocos no lo tienen. Lo cierto es que a estas alturas la mayoría ya gestionó algún tipo de permiso alguna vez.

No lo entenderías

Junio ya acumula casi 50 mil contagiados. Es sábado por la madrugada, pero podría ser un lunes por la noche con alguno que otro quiosco atendiendo; en cada puente, un control policial y todos, absolutamente todos, los puestos de choripán, abiertos. Córdoba, no lo entenderías.

Primer Plano

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