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Congelar precios es una estrategia fallida

Además de serios problemas en el desarrollo del plan de vacunación contra el Covid-19, el Gobierno nacional enfrenta un estancamiento económico en las principales actividades y una inflación que impacta en los niveles de pobreza y de miseria.

La construcción retrocedió 2,2 por ciento en abril en comparación con marzo último, al repetir una secuencia que ya se había verificado en marzo y en febrero en relación con el mes precedente. El sector fabril, por su parte, apenas repuntó 0,3 por ciento en abril sobre marzo, con lo cual las actividades económicas más dinámicas están mostrando un estancamiento si se las compara con los niveles alcanzados en el último trimestre de 2020.

El parate obedece a la aparición de nuevas restricciones para combatir la pandemia, a la caída del poder adquisitivo de gran parte de la población y a políticas equivocadas de la gestión que encabeza Alberto Fernández. La suba de los precios fue de 4,8 por ciento en marzo y de 4,1 en abril, mientras que las mediciones privadas anticipan un alza en torno al 3,5 por ciento para mayo. Ante los malos datos, el Gobierno decidió apelar al congelamiento de distintas variables, lo que anticipa una salida tormentosa tras el proceso electoral.

El Banco Central actualiza el valor del dólar oficial por debajo de la inflación mensual; los combustibles y las tarifas de electricidad y de gas ya registraron las últimas actualizaciones antes de las elecciones legislativas del 14 de noviembre, y así sucesivamente en otros órdenes.

La idea de congelar las principales variables añadió ahora una canasta de 70 productos, entre los cuales sobresalen alimentos y productos de limpieza y de higiene.

El programa Súper Cerca debiera aplicarse en las principales cadenas de venta, así como en autoservicios y en almacenes, según la idea pergeñada por la secretaria de Comercio

Interior, Paula Español, quien ya había propuesto el congelamiento de los precios de la carne para el consumo minorista, con mediocres resultados. Las 24 grandes empresas que participan del programa deben respetar esos precios.

La medida es un contrasentido, ya que desalentará la competencia y la mayor producción de bienes, al tiempo que generará distorsiones en la calidad y en la presentación de los productos debido a una inflación imparable. Las fallidas intenciones de controlar los precios a través de resoluciones o de acuerdos firmados en los despachos oficiales forman parte del derrotero que la Argentina transitó en los últimos 60 años.

Diversas entidades empresariales, entre ellas la Bolsa de Comercio de Córdoba, advirtieron que “el anuncio del congelamiento de precios es otro duro golpe a la confianza y a la previsibilidad del país”. Es difícil imaginar futuras inversiones extranjeras con estos dos condicionantes locales sobre cualquier iniciativa de negocios. Los traspiés de estas acciones en el pasado, sin acometer el déficit fiscal y la generación de un clima de negocios favorable a la iniciativa privada, anticipan que la salida del congelamiento puede resultar traumática para el gobierno de Alberto Fernández tras las elecciones.

Opinión

es-ar

2021-06-13T07:00:00.0000000Z

2021-06-13T07:00:00.0000000Z

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