La Voz Edición Digital

De película. Pedro Castillo, el hijo de un peón rural que conquistó el Perú profundo

PUNTO DE PARTIDA. El candidato más votado en las elecciones presidenciales del país andino nació en un paraje de 90 viviendas y 412 habitantes, en el seno de un hogar humilde.

Héctor Brondo hbrondo@lavozdelinterior.com.ar

El 8 de julio de 2020, cuando el entonces presidente del Perú Martín Vizcarra convocó a elecciones generales para el 11 de abril de este año, Pedro Castillo encendió motores sin hacer ruido y se acomodó entre los del pelotón del fondo para participar en la carrera que ofrecía el sillón principal de la Casa de Pizarro como premio mayor.

El bajo perfil y la mesura del candidato de Perú Libre (PL) lo dejaron fuera del alcance de los radares de las consultoras de opinión. Fue así, quizá, porque los dueños del negocio prestaron atención sólo a lo que acontecía en Lima, su capital, donde reside casi un tercio de los soberanos.

A fines del año pasado, la indiferencia quedó expuesta en varios sondeos para averiguar la simpatía y la intención de votos de los eventuales competidores, con foco en la provincia del Callao y en los departamentos más gravitantes de los 24 en los que se divide el territorio nacional.

Los resultados del rastrillaje no sorprendieron a casi nadie. El joven exfutbolista y empresario peruanochileno George Forsyth (39) se ubicó al tope de las preferencias. El general de brigada en reserva Daniel Urresti y la excongresista de derecha Keiko Fujimori lo acompañaron en el segundo y en el tercer lugar del podio, respectivamente.

En jerga quinielera, Castillo no figuró ni a los 10.

Aquella vez, en el 10° lugar apareció el agrónomo Kenji Fujimori. Detrás del hermano de Keiko e hijo del tres veces presidente Alberto Fujimori se ubicó la opción “otros”; sumó apenas cinco puntos porcentuales. El 31 por ciento de los consultados optó por el voto en blanco.

El hombre invisible

Castillo mantuvo la condición de aspirante “invisible” para la mayoría de los peruanos hasta promediar el último verano.

Recién a mediados de febrero los analistas políticos descubrieron que tenía pulso, aunque insuficiente decíanpara que el espacio de izquierda que lo postuló aspirara a conseguir algo en las elecciones generales del 11 de abril.

Sin embargo, Castillo fue el más votado entre los 18 aspirantes a la presidencia y se quedó con la mayor tajada en el reparto de las 130 bancas del Congreso. Anotó 19 puntos y logró 37 escaños parlamentarios para PL.

Nadie lo vio venir y dio el batacazo. En los próximos días podría convertirse en el primer presidente del Perú ajeno a la flor y nata limeña que ha dominado la historia del país andino desde la época de la colonia.

Eso, si el Jurado Nacional Electoral (JNE) confirma el resultado de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe). Este organismo constitucional, encargado de velar por la expresión libre y fiel de la voluntad popular a través de las urnas, tras contabilizar el total de actas labradas en las 11.800 mesas habilitadas para sufragar en el crucial balotaje del 6 de junio, concluyó que Castillo se impuso sobre Fujimori por poco más de 50 mil votos.

José Pedro Castillo Terrones nació el 18 de octubre de 1969 en un caserío extraviado en el interior profundo del Perú. Puña es el nombre del paraje de apenas 90 viviendas y 412 habitantes, según el último censo nacional de 2017. Está comprendido en el distrito de Tacabamba, provincia de Chota, a unos 970 kilómetros de LIma.

Es el tercero de nueve hermanos y el único que completó estudios superiores. Es bachiller en educación por la Universidad César Vallejo y cuenta con un máster en Psicología Educativa.

Sus progenitores son Ireño Castillo Núñez y Mavilla Terrones Guevara, ambos analfabetos. Su padre nació y trabajó hasta grande en una hacienda en la sierra de Cajamarca, perteneciente a la familia Herrera, de linaje terrateniente.

Paso a paso

En su juventud, Pedro fue integrante de las rondas campesinas, organizaciones comunales de defensa que se crearon en los ’70.

Empezó a militar en política en 2002; lo hizo en Perú Posible, partido de centro izquierda fundado por el expresidente Alejandro Toledo. La formación se disolvió en 2017. Ese año, la figura del diestro jinete de mula y maestro del nivel primario, trascendió los límites de su comarca. Lo logró al liderar una huelga de profesores en reclamo de mejoras salariales y aumento del presupuesto educativo nacional.

Aunque hoy cueste creerlo, en aquellas manifestaciones que se prolongaron durante tres meses y concluyeron con la renuncia de la entonces ministra de Educación, Marilú Martens, Castillo se alió con el fujimorismo, que procuraba esmerilar al gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski.

En 2020, anunció su candidatura presidencial por el Movimiento Político Regional Perú Libre (PL), después de que el líder de ese partido, Vladimir Cerrón, fuera condenado e inhabilitado por corrupción.

Pocos lo tomaron en serio.

Sin embargo, en la pista donde una semana atrás se disputó la competencia por el sillón principal de la Casa de Pizarro, cruzó la meta primero; cosechó 8.830.453 votos, según el escrutinio oficial.

Con independencia de lo que resuelva el JNE, no quedan dudas de que Pedro Castillo, el hijo del peón rural, ya conquistó el Perú profundo.

Internacionales

es-ar

2021-06-13T07:00:00.0000000Z

2021-06-13T07:00:00.0000000Z

https://lavoz.pressreader.com/article/281883006286217

La Voz del Interior