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Cumple 20 años una obra clave de Babasónicos

El disco “Jessico” es una obra exquisita en términos musicales y literarios.

Germán Arrascaeta garrascaeta@lavozdelinterior.com.ar

“Siempre fueron algo hipnóticos, lo que me generaba cierta distancia. Pensaba: ‘Estos chabones me quieren comer la cabeza, me quieren hipnotizar’. Y me mantuve así hasta Jessico (2001), donde toda esa energía aparece canalizada de la manera más elegante, sensual y… ¡Y groovy!”.

Palo Pandolfo describió de manera certera el impacto del sexto disco de estudio de Babasónicos, de cuya publicación nos separan 20 años.

La opinión del líder de Don Cornelio y La Zona se filtró en el documental

Una historia de rock en tiempos

convulsos, que se mete de lleno en el contexto de producción de esta obra milagrosa, concebida mientras el país se encaminaba a una crisis terminal.

Tal cual, Jessico salió a la calle el 25 de julio de 2001, apenas unos meses antes de un estallido social que terminó con un presidente abandonando la Casa de Gobierno en helicóptero y con 40 muertos en las calles por una represión brutal.

A esa tensión de nuevo milenio Babasónicos le opuso arte polivalente y adhesivo. Jessico, una expresión que, tal como lo señaló Palo y refrendó Daniel Melero en el mismo filme, también reaccionó con su propia obra previa más sobrecargada.

“Dejaron de ser pendejos”, se le oyó a Melero en Una historia de

rock en tiempos convulsos, segundos antes del atropello de, precisamente, Pendejo ,un western-punk devenido en single de un disco que cortó varios. Entre ellos, Los calientes (con su “cómanse a besos esta noche”), Deléctrico (producto de un chiste interno), Soy rock (contra el servilismo del rock con un poder político pagador de cachés inflados) y

Fizz (dueña del letal “fiesta de farsantes en la espuma social”).

Pero fue El loco la canción que llevó lejos a Babasónicos. Ese downtempo hipnótico y exótico sobre alguien que es “víctima de un Dios frágil, temperamental” fue lo primero que prendó a los directivos de Pop Art, la nueva compañía del proyecto encabezado por Adrián Dárgelos.

Más precisamente, la canción extasió a Alberto Moles en un testeo de estéreo de auto. Fue una decisión sabia, porque El loco desconcertó a los operadores radiofónicos, fidelizó a una audiencia ávida de “algo distinto” y, por sobre todo, preparó el camino para el resto de un material explosivo.

“Babasónicos era un grupo muy valorado en la escena del rock, pero muy oculto para los medios. Mi desafío como parte de un sello independiente que recién llevaba un año y medio era pasar esa barrera”, le dijo Moles a VOS.

“Cuando terminan su contrato con Sony, los firmamos luego del Hot Festival (Oasis, Beck, R.E.M. y Neil Young en el Campo de Polo de Buenos Aires) con toda la expectativa. Yo venía de ser gerente de promoción de Polygram y con una buena inercia de lograr posicionar canciones en la radio; a eso me dedicaba y sentía que con Babasónicos podía replicarlo”, siguió.

Y luego entró de lleno a la pegada de El loco: “Cuando me invitan a escuchar el corte final, me topé con sonidos muy avanzados... Pero cuando escuché esa cosa oriental y extraña, más una melodía vocal alucinante, dije: ‘Este es el corte’”.

“Recuerdo que los Babasónicos se miraron entre sí y dijeron: ‘¡¡¿¿Qué??!! A este tema casi no lo dejamos en el disco. ¿Cómo te puede gustar? Lo hicimos con un instrumento que Charly García dejó en (el estudio) Panda’. Insistí y el tiempo me dio la razón. El rock, muy anclado en lo barrial, necesitaba lo que ese tema proponía. E hipnotizó al público. Fue un gran espaldarazo para Pop Art y para Babasónicos”, concluyó.

“Jessico es uno de los discos que más me gustan de Babasónicos. Jessico e Infame (2003), te diría”, confesó Jorge Serrano, de Los Auténticos Decadentes.

“Es de la época en la que saltaron a la masividad, algo que admiro y celebro, que veo como un gran triunfo. Creo que ese salto se da por su acercamiento a lo popular; al bolero, a la música romántica”, destacó el “Rey de la Canción”.

Es un disco emblemático. Tanto de una época como de la trayectoria de la banda.

Adrián Dárgelos

Cantante

Y luego remató: “Es un disco excelente. Mis composiciones favoritas son El loco y Rubí. No es sorpresiva la elección, porque a mí me gustan las baladas. Un beso a los Babasónicos, son grandes músicos y grandes amigos con los que seguimos en la ruta”.

Nueva era

Más allá de contextos imperantes en el afuera, Babasónicos alumbró a

Jessico en el medio de una revolución en el adentro. La banda había terminado un contrato con una multinacional que nunca la respaldó a fondo y perdido a dos agentes clave: su mánager Cosme y el dee jay Peggyn.

Lejos de destartalar el frente interno, esa crisis lo reforzó, lo que se tradujo en la construcción del estudio propio en una quinta de Tortuguitas y en la cristalización de una fiebre creativa hecha de experimentación musical sin red, aunque enfocada, y de un inspirado trabajo literario.

Dárgelos blanqueó a Vineland ,la novela de Thomas Pynchon, y El testamento de O’Jaral, la de Marcelo Cohen. Textos sobre mundos lábiles y enrarecidos por conspiranoias.

Esas lecturas lo llevaron a personajes como Jessico y Carolo (tal el título del disco con los ¿descartes? de Jessico). “Ellos formaron una pareja transgénero en un mundo ficticio donde también existe Yoli, Rubí”, reveló Dárgelos en su momento.

“Es el último disco fuerte sobre ‘terceras personas’ o de muchos personajes”, amplió.

En Una historia de rock en tiempos convulsos, el mismo Marcelo Cohen se permitió un análisis literario de Jessico, no sin antes escudriñar al Dárgelos cantante: “Adrián es un declarado admirador de Scott Walker; tiene mucho de popstar, pero también de cantante melódico. Entonces, en sus letras se cuela otra tradición, que es la de los cantantes de music hall. Cole Porter, Jerome Kern”.

“Y hay otras fuentes que descargan en su arte, la poesía de los malditos franceses. Lautréamont, Rimbaud. Esto hace que en sus canciones tipo

collage o rompecabezas aparezca un hilo narrativo, además de palabras como ‘carmesí’, ‘díscolo’, ‘volutas’, tan poco usadas, y tan lindas y precisas”, complementó el escritor.

“Con Jessico, Babasónicos llevó a otra dimensión el encuentro en vivo”, sostuvo la agente de prensa Juliana Fortunato, fan y alma cercana.

“El disco funcionó como un catalizador por el cual nos sentimos libres – analizó–. Y eso, a pesar de estar atrapados por el sistema perverso que nos quiso quitar no sólo los ahorros, sino también la idea de emancipación. Mi generación recién empezaba a despegar y tuvo que lidiar con eso”.

“Entonces, me acuerdo de bailar desaforada, sentirme hermosa, libre, entendida y rodeada por gente en la misma que yo”, reconstruyó en éxtasis el efecto de una obra en la que Dárgelos no encuentra conflicto alguno entre ser un inadaptado y anhelar un futuro inmediato de figuración.

Ni tiene reparos en tirar el dardo “soñé ser crítico de rock”.

Otra reformulación de Babasónicos en este tiempo se dio con su videografía, que hasta entonces estaba en manos de Benito Scorza (alter

ego del Dárgelos realizador audiovisual). Si hasta Jessico todo era paganismo, inmoralidad explícita y bizarrismo oscurantista, después de él fue más asequible, con la posibilidad incluso de que directores invitados entren al hermético mundo de la banda.

Andrés Fogwill pone este punto de manifiesto en Una historia de rock en tiempos convulsos, recientemente subida a YouTube por el canal Ciudad Babasónica.

Para celebrar el 20º aniversario de

Jessico, Babasónicos publicó un podcast interpretativo en Spotify de cuatro capítulos.

El título de esa producción, de cuatro episodios, es definitivo para esta historia: “Tan freak y tan popular”.

Jessico provocó lo que provocó, porque es un disco muy preparado para el futuro.

Diego Tuñón

Tecladista

Es un disco sin pose. Como en esa época no se sabía qué hacer, hicimos lo que quisimos.

Diego Castellano

Baterista

Página Delantera

es-ar

2021-07-27T07:00:00.0000000Z

2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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