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Pampita y una teoría de por qué aceptó hacer un “reality”

Lucas Asmar Moreno Especial

Para Platón, la belleza no se reduce a lo físico, también abraza lo bondadoso y verdadero. En el diálogo El Banquete, el amor es procreación en la belleza tanto corporal como espiritual. Y en Fedro, lo bello será por extensión bueno y verdadero. Esta amalgama parece ser la misión en vida de Pampita: demostrar que su belleza física está en consonancia con algún tipo de belleza moral.

Consideramos a Pampita la mujer más bella de Argentina porque no está programada como algo enteramente sexual. Su dulzura y serenidad le imprimen una sensualidad atípica. Pampita primero es sensual y luego, como una ola oculta detrás de la anterior, estalla en sexo. Doble impacto que habilita la estupidización del país, enamoramiento a escala nacional.

¿Pero qué pasará cuando el cuerpo de la mujer más bella se deteriore? ¿Qué pasará cuando el exterior pierda correlato con ese interior imaginario? Pampita enfrentará un grave problema de marketing.

En el espectáculo, si una imagen no despliega su totalidad significante, sale de circulación. Consciente de esto, Pampita anticipa su ocaso biológico reforzando sus virtudes morales. Ya no querrá ser la mujer más bella, sino la más buena y verdadera.

¿Qué otra explicación tiene Siendo Pampita, reality que hará de la capacidad de gestar un acto de amor supremo? Implosión estética que invierte el glamour de la pasarela por la abnegación maternal.

¿Que Pampita fue madre varias veces? No lo vimos, por ende no podemos validarlo. Ahora Pampita será madre en términos espectaculares, los únicos términos válidos.

Sí fuimos consumidores de un episodio biográfico ominoso: la muerte de su hija con Benjamín Vicuña. Quizás pueda hacerse una lectura alternativa sobre cómo la exhibición espectacular de un nacimiento busca conjurar el recuerdo de una pérdida.

Es probable que este reality haya empezado a gestarse en la mente de Pampita cuando se contagió de coronavirus sobre el cuarto mes de embarazo: la dupla vida/muerte en su cuerpo debió vibrar con fuerza. En las últimas semanas, la documentación audiovisual se oficializó como un operativo para indexar sobre Pampita el rol inimputable de la maternidad. Ser madre quedará sujeto a un montaje lacrimógeno catapultando cada escena al Olimpo moral. Bastan los adelantos para sospechar que la sobrecarga emocional completará a Pampita de una manera nueva e inigualable.

Voluntad versus show

Aunque el postulado del reality sea transparentar un alma cuando la transparencia del cuerpo deja de favorecer, hay un detalle que Pampita descuida: ni lo bello, ni lo bueno, ni lo verdadero le interesa al espectáculo.

La moral también se rige por la lógica de la imagen; es una moral que depende literalmente de una puesta en escena. La televisión está incapacitada para representar intenciones, motivos o pensamientos. Nada podría ser virtuoso en televisión, arte del desprecio que apenas repara en su función distractiva para perpetuar su existencia.

Asoma una paradoja: la nobleza de Pampita será procesada por la máquina suprema del desdén. Este reality show, más que revelar la belleza interior de quien ya es belleza material, se limitará a probar la eficacia de los primeros planos de un bebé para alienar los sentimientos.

Vos

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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