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Bienvenida, primavera

HISTORIAS. Lucía, con 71 años, y Raúl, con 82, comparten un curso de robótica. Tienen en común el espíritu de superación, la curiosidad y las ganas de aprender. “Hay que animarse”, aseguran.

Virginia Digón vdigon@lavozdelinterior.com.ar

Lucía y Raúl viven a cientos de kilómetros de distancia, uno en Córdoba y otro en Buenos Aires. Pero ambos se anotaron para estudiar robótica y sorprendieron a sus compañeros de estudio, pues Lucía tiene 71 años y Raúl suma 82. Para ellos no es nada del otro mundo: en el diálogo contagian ganas de aprender y amor por la vida. Y merecen ser destacados en el Día del Estudiante.

La charla con Lucía Gamboa comienza para conocer su interés por estudiar robótica y pintura digital, algo poco común para una persona de 71 años. Pero ese es sólo un eslabón de su larga cadena de estudios y de interés por aprender.

Lucía se recibió de fonoaudióloga a los 20 años, trabajó en distintos hospitales públicos de Córdoba y a los 44 comenzó la carrera de Abogacía, que terminó a los 49 con el mejor promedio y con diploma de honor. Ahora tiene su estudio jurídico donde atiende casos previsionales. También estudia italiano en la Facultad de Lenguas de la UNC y cuenta lo que hicieron esta semana en el seminario que cursa de Cine y Psicología.

“Como me gusta pintar, me enganché una vez que vi una publicidad del Grupo Inteligencia Educativa, que ofrecía cursos de arte digital. Quería aprender a componer una imagen y poder modificarla en computadora. Y estoy chocha. Ya terminé ese curso y ahora estoy con otro de robótica. Ya construí varios circuitos. Me gusta el manejo de la programación”, explicó.

Sus ganas incansables por aprender van de la mano de un espíritu de superación y de una visión optimista de las cosas. “Yo sólo aprovecho el tiempo de vida que tengo. Veo a la vejez con optimismo, es un tiempo sin obligaciones”, dice a pesar de que sigue trabajando, aunque lo hace con gusto. “Hay que sacarse la palabra ‘difícil’ y descubrir las potencialidades en uno y desarrollarlas. Cuando te estancás, incluso siendo joven, la depresión te gana”, dijo Lucía.

“Con mis amigas, cuando nos juntamos a tomar un cafecito sabemos que no se puede hablar de dolencias, ni de muertos, ni de Covid. Eso lo dejamos para otros espacios. Necesitamos momentos de distensión; si no, te juntás a charlar y volvés con la historia clínica de todo el mundo”, remarca. Otro dato para la colección: con sus compañeras de secundario, desde que egresaron del Carbó en 1967, hacen un “viaje de estudios” por año, un fin de semana a pasear. A veces van las 24 y otras algunas menos, pero nunca menos de 17.

Interesado en todo

Raúl tiene 82 y vive en Buenos Aires. A distancia hace el curso de robótica de la academia cordobesa Grupo Inteligencia Educativa. “Me interesé porque se me rompió una aspiradora automática que tenía. Busqué quién me la arreglara y no encontré a nadie. Cuando la abrí, me di con una placa y me topé con un comentario que ofrecía cursos de robótica y me anoté”, contó Raúl, que hace un mes y medio está dando sus primeros pasos en el lenguaje de programación.

Ya es jubilado y gran parte de su vida fue despachante de aduana y trabajó en comercio exterior, lo que lo llevó a viajar por el mundo. Recuerda con asombro cuando hace unos 40 años visitó una fábrica de Japón donde todo estaba automatizado. “El mundo que viene es el de la inteligencia artificial, por eso soy un defensor de que los chicos usen la Play, los celulares, con sus limitaciones por supuesto, pero tienen que desarrollar esas aptitudes porque es lo que se viene”, aseguró.

Aunque asevera que no le resulta fácil porque él no está relacionado con la temática de la robótica y “alejado de lo que ha vivido años anteriores”, sabe que con paciencia y dedicación va a lograr cumplir los objetivos de cada desafío del curso.

“Me gustan las manualidades y hacer cosas. La mesa donde tengo mi kit de bot la hice yo mismo y no soy carpintero ni ingeniero”, dice.

Raúl convive con su esposa desde hace 25 años y su gran familia ensamblada lo felicitó cuando se enteró de que comenzó el curso: ella tiene dos hijas y dos nietos y él, tres hijos y seis nietos, aunque para Raúl lo que hace no es nada del otro mundo: “Creo que lo único que hay que hacer es animarse, hay que intentarlo; uno siente que está luchando por un objetivo, así se despiertan la fuerza interior, el amor propio y tantas cosas”, reflexionó ante La Voz.

Robótica para todos

Damián Villaronga es CEO del Grupo Inteligencia Educativa, donde funcionan Funiversity y Bots. “Nació de la preocupación de abordar la formación de los niños en el mundo que vivimos y pensamos en lo que les podía interesar a ellos: arte digital, programación de videojuegos y robótica”, cuenta Damián.

Sin embargo, en la inscripción de los cursos se dieron con una sorpresa: sólo el 25% eran niños o niñas y el resto, docentes que querían aprender para llevar ese conocimiento a sus aulas. Y más sorpresa aún se dieron con los adultos mayores anotados.

El curso de robótica (bot )es online pero tiene un seguimiento de cerca y se envía a domicilio el kit necesario para desarrollar la máquina. El tiempo depende de cada uno: algunos lo hacen en dos meses y otros, en cinco.

Lucía y Raúl son, a su modo, ejemplos claros de que la palabra estudiante no se relaciona con una edad. Ellos demuestran el verdadero sentido: son los que aprenden.

“Veo a la vejez con optimismo, como un tiempo sin obligaciones. Me gusta aprender y aprovechar el tiempo de vida”, dice Lucía.

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2021-09-22T07:00:00.0000000Z

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